Este jueves a primera hora de la mañana se confirmó lo que tanto se rumoreaba: Liam Lawson fue el elegido de Red Bull para reemplazar a Checo Pérez de cara a la temporada 2025, por lo que será compañero de Max Verstappen el próximo año. Esta realidad lo lleva a afrontar el gran desafío de su carrera de manera muy prematura y a sentarse en una butaca que, hasta el momento, ha sido muy difícil de descifrar.
El neozelandés fue la elección de Red Bull por tres factores principales. El primero es que es un hombre forjado en su propia Academia de Pilotos y cumple con retomar el modelo en el que tanto han invertido. El segundo es su proyección: lo vieron cerca de Yuki Tsunoda desde el primer día y creen que en él hay un potencial mayor que en el japonés, quien ya lleva cuatro años en la categoría. Y el tercero es su entereza, estabilidad y fortaleza mental, un aspecto en el que se ha destacado por encima del nipón.

Si quiere lidiar con el desafío que implica ser el compañero de Max Verstappen en Red Bull, este último aspecto será clave. Con solamente once carreras en su haber, es el piloto menos experimentado que llega al equipo principal. Aún menos que el propio tetracampeón mundial, quien completó una temporada con Toro Rosso y comenzó otra antes de desembarcar y triunfar en España.
El propio Verstappen cometió ciertos errores en sus dos primeros años, pero Red Bull fue más contemplativo con sus fallos que con la cierta falta de ritmo que mostró Pierre Gasly, a quien bajaron a mitad de temporada, dándole a Alex Albon una oportunidad que caducó al año y medio. Un poco más de margen, pero el mismo final. Ambos pilotos ahora son grandes referentes en otras escuderías como Alpine y Williams respectivamente, donde encontraron su lugar para desarrollarse y demostrar que el talento estaba intacto, pero que les faltó experiencia, madurez o adaptarse al monoplaza.
La historia con Checo Pérez tuvo otros componentes, pero un desenlace que culminó aún peor. Desde su llegada, contó con un coche ganador. Y su colaboración en 2021 para que Max Verstappen obtuviera el título fue notable, aunque su rendimiento no llegó a ser suficiente para que ganaran el campeonato de constructores. En 2022 y 2023, el hecho de tener un auto tan dominante simplificó las cuestiones, pese a que la diferencia de rendimiento entre ambos pilotos era demasiado grande.

Cuando el resto de los equipos se mostró competitivo, el mexicano quedó en evidencia. No era un auto en el que se sintiera cómodo. No era un equipo que hiciera el foco necesario en apoyarlo. Los errores empezaron a sucederse uno tras otro, la falta de ritmo era evidente y la falta de comunicación, llamativa. Esta realidad lo terminó condenando a una despedida aún con contrato firmado y con la sensación de que su salida se dilató en el tiempo porque Daniel Ricciardo no estuvo a la altura en Racing Bulls.
Liam Lawson frente al desafío Red Bull
A la vez, compartir el box con un campeón mundial no es ninguna tarea fácil. Primero, porque el rendimiento superlativo de Max Verstappen puede poner en evidencia a cualquier otro piloto de la grilla, siendo implacable tanto en clasificación como en la ejecución de la carrera. Y segundo, porque el desarrollo del auto se enfoca más en sus características de conducción, algo que ha complicado al propio Pérez.
Además, no hay contemplaciones en los referentes del equipo y lo han hecho saber en más de una oportunidad. El propio Helmut Marko ha cuestionado a sus pilotos de una manera feroz cuando no han cumplido con las expectativas y, en cierto punto, también hay que saber lidiar con esto. Así ha funcionado siempre el mundo Red Bull. La oportunidad de llegar prematuramente a tener un auto ganador se paga con la exigencia de estar a la altura en cada momento.
Al mismo tiempo, no hay garantías de que Red Bull vuelva a tener un coche que marque una sustancial diferencia como en los últimos años, debido a que la salida de Adrian Newey, entre otras, han sido de peso y que otros equipos, como Mclaren, Ferrari y, por momentos, Mercedes, han evolucionado hasta llegar a tener mayor rendimiento que el equipo de Milton Keynes. Por eso, es una verdadera incógnita donde estarán en la próxima temporada, pero saben bien que no podrán volver a errar con el desarrollo en 2025.
Liam Lawson sabe que tiene todo para ganar y confía en poder estar a la altura de un desafío semejante. “Es el sueño de mi vida”, comentó en su presentación. El futuro llegó y es ahora: el mundo Red Bull le presenta una cantidad incontable de oportunidades, pero deberá afrontar desafíos que lo llevarán al límite para poder materializarlas.
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