El 2025 de Ferrari no está siendo lo que esperaban. Tras una ilusión inicial, la cruda realidad muestra que están lejos de McLaren, enfrentando problemas técnicos y actualizaciones que recién empiezan a dar frutos. En este contexto, Charles Leclerc llegó a Hungría con la esperanza de dar un golpe fuerte y ganar por primera vez en la temporada. Pero la carrera terminó siendo una decepción.
Leclerc anotó la pole y tuvo un inicio sólido, conteniendo a Oscar Piastri durante la primera parte de la competencia. Sin embargo, todo se derrumbó tras su segunda parada en boxes, cuando un misterioso problema con el chasis y la gestión de las tablas aerodinámicas afectó su rendimiento. La pérdida de ritmo fue brutal: perdió cerca de dos segundos por vuelta y terminó resignando un lugar en el podio a manos de George Russell.

La frustración de Leclerc fue palpable. Explotó por radio, y luego se apresuró a retractarse de sus comentarios iniciales: en ese momento creyó que el problema estaba relacionado con un ajuste en el alerón delantero durante la detención, pero luego Ferrari admitió no comprender del todo la raíz de la caída de rendimiento. Para Leclerc, esa era su “única oportunidad” de ganar este año, y no se mostró optimista respecto a repetirla en lo que queda de temporada.
El jefe de equipo, Fred Vasseur, prefirió no sacar conclusiones precipitadas, destacando la pole en Hungría y el podio en Spa como señales del progreso del coche. De hecho, el director de McLaren, Andrea Stella, anticipa que Ferrari seguirá siendo un contendiente para las victorias, dado que en Hungría casi pudieron superar a ambos McLaren, algo impensado durante buena parte de 2025.
La estrategia comenzó a sepultar las chances de triunfo de Leclerc
La estrategia de Ferrari en Hungría fue una apuesta calculada: aprovechar la pista con una configuración de suspensión más alta para controlar el desgaste de las tablas, mejorar la clasificación y tener un buen rendimiento en carrera. Todo parecía alineado para un buen resultado, con la pole como ventaja inesperada. Leclerc era el encargado de comandar la misión, dado que Hamilton estaba demasiado lejos y no se hallaba con el coche.

Sin embargo, el viento cruzado que favoreció inicialmente a Ferrari también complicó la carrera. Mientras Piastri se veía obligado a luchar en el aire sucio detrás de Leclerc, la estrategia de dos paradas de Ferrari no rindió como esperaba frente a la audaz apuesta de Norris por una sola detención, que le permitió al británico un aire limpio y un ritmo impresionante.
El colapso del ritmo de Leclerc se evidenció tras su segunda parada: el coche se volvió «inmanejable» y perdió posiciones. Intentó mantener la posición frente a Piastri, pero el australiano lo superó con facilidad y le arrebató el podio. La causa principal fue la presión de neumáticos más alta para preservar la integridad del chasis, lo que afectó negativamente la velocidad, especialmente en rectas y curvas.
La frustración fue más palpable cuando Leclerc tuvo que lidiar con un problema de equilibrio y desgaste que lo hizo perder la oportunidad de pelear de verdad por la victoria, sumando otra frustración en una temporada donde las expectativas de Ferrari están lejos de cumplirse. Terminó sancionado tras moverse en frenada por intentar evitar, sin atenuantes, el inevitable sobrepaso de George Russell y la pérdida del podio.
Con solo diez carreras por delante, el desafío para Ferrari y el monegasco es claro: entender y resolver estos problemas técnicos, y encontrar el ritmo para volver a competir de igual a igual con McLaren. Mientras tanto, esta oportunidad perdida en Hungría quedará como un recuerdo amargo que podría haber cortado una racha sin triunfos que para la Scuderia ya se ha tornado parte de la tónica habitual.