De una noche larga al Sol Naciente: el nuevo destino que Haas escribe junto a Toyota

Por: Nicolas Gabetta

Cuando Haas aterrizó en la Fórmula 1 en 2016, muchos lo vieron como un experimento atrevido, un equipo privado que quería competir en la elite sin los pilares de una fábrica tradicional. Su fórmula era, sin tapujos, la de aprender copiando, la de beneficiarse de los retazos de otras escuderías. Con el paso de los años hubo de todo: sorpresas, resultados decepcionantes, cambios de mando, y la sensación de que el equipo era un pasajero más en la parte trasera de la parrilla. Con la salida de Guenther Steiner y la llegada de Ayao Komatsu al mando, comenzó una reconstrucción silenciosa que empieza a evidenciar sus frutos. Haas ya no apuesta solo a sobrevivir: ahora aspira a crecer.

La memoria reciente todavía recuerda dónde estaba Haas en 2023 y 2024: hundida en el último lugar del campeonato, con un monoplaza incapaz de sostener el ritmo por más de diez vueltas sin destruir los neumáticos. La relación entre Steiner y la dirección del equipo se había desgastado hasta volverse insostenible, mientras la estructura atravesaba una crisis económica, que obligó a recortar personal, congelar áreas de desarrollo y operar casi en modo supervivencia. Era un equipo agotado, atrapado entre limitaciones técnicas y turbulencias internas, que parecía condenado a seguir siendo el farolillo rojo de la Fórmula 1. Ese fue el piso desde el cual comenzó la reconstrucción.

Ese crecimiento tomó forma concreta en 2025. Bajo la batuta de Komatsu, el equipo logró estabilizar procesos internos, profesionalizar su estructura y dejar atrás la inestabilidad. Se ganaron decisiones importantes, se invirtió en simulación, talento joven y desarrollo técnico. El panorama ya no giraba en torno a simplemente completar carreras, sino en generar una base sólida para aspirar a más.

Komatsu ha iniciado una nueva era en Haas.

La temporada comenzó con un Gran Premio de Australia que asustó a propios y extraños. Sin embargo, la reacción llegó de forma inmediata: el VF25 puntuó en cuatro carreras consecutivas, con un quinto puesto de Esteban Ocon como gran referencia. Sobre el final de temporada, un envión final de Ollie Bearman, que incluyó un cuarto lugar en México, afianzó al equipo estadounidense en el octavo lugar del Campeonato de Constructores y finalizó a solamente diez puntos de Aston Martin. Sin embargo, este es solo el punto de partida para las ambiciones de la escudería.

Sobre todo desde el último acuerdo. En los últimos meses se profundizaron lazos a través de una histórica firma con Toyota Gazoo Racing, que a partir de 2026 convertirá al equipo en TGR Haas F1 Team. No se trata de un simple patrocinio de temporada, sino de un pacto que profundiza el vínculo técnico, organizacional y de desarrollo. Toyota aporta su experiencia en competición de alto nivel, sus métodos de ingeniería y una visión de largo plazo. Con este aporte, Haas pasa de ser un taller artesanal a recibir herramientas de precisión japonesas. El objetivo —o al menos la promesa— ya no es solo participar, sino competir con una estructura rejuvenecida.

En la temporada que culmina, Haas volvió a mostrar signos de vida. Todavía no hay podios, pero sí consistencia, gestión más profesional y un equipo que parece marchar hacia una coherencia ausente en sus primeros años. Bajo Komatsu, el enfoque cambió: menos improvisación, más planificación. Se fortaleció la base técnica, se optimizó la operativa, y el equipo empezó a sembrar confianza.

Esa mejora no es solo técnica: es simbólica. Es el renacer de una escudería que, por mucho tiempo, muchos dieron por perdida o víctima de un estancamiento permanente que no le iba a permitir evolucionar. Con Toyota, Haas ya no es el “equipo para completar la parrilla”: es un proyecto en construcción, con aspiraciones reales.

Toyota entra en escena: ¿Qué cambia en la esencia de Haas?

La llegada de Toyota como socio principal de Haas para 2026 no significa que de golpe la escudería se convierta en una “fábrica japonesa”. El acuerdo, tal como fue comunicado, prioriza tres pilares: “Personas, Producto y Pipeline” — es decir, desarrollo de pilotos, ingenieros, mecánicos; mejora técnica; y construcción de una cultura sostenible de automovilismo.

Toyota tendrá implicancia directa en el nuevo proyecto de 2026.

Toyota aporta diseño, manufactura, procedimientos de desarrollo, experiencia en automovilismo de alto nivel (F1, WEC, WRC), y un enfoque profesional de largo plazo. Pero, al menos por ahora, Haas no abandonará su vínculo con Ferrari: seguirán usando su unidad de potencia y caja de cambios incluso tras el cambio.

¿Significa esto que Toyota podría comprar el equipo más adelante? Es una posibilidad que muchos ya especulan, pero no hay confirmación oficial. Lo que sí es claro: la sociedad ahora tiene una base profunda y un horizonte amplio — y el éxito dependerá de cómo se gestione la transición, de cuánto Toyota deje su sello técnico y de si Haas logra transformar esa estructura en resultados reales.

Los conductores del equipo: experiencia y juventud

El empuje de esta nueva etapa no reposa solo en ingenieros o logos nuevos: también en la dupla de pilotos. Mantener a Esteban Ocon y Oliver Bearman —con perfiles tan distintos— le da a Haas un equilibrio muy difícil de encontrar: experiencia y juventud, madurez y hambre. Ocon llega como un soldado veterano del pelotón del medio, formado en años de pelear con armas desiguales; Bearman, en cambio, es el pibe que quiere demostrar que no es solo una promesa, sino el próximo gran nombre de la categoría. Con un coche más competitivo, ese contraste puede convertirse en una virtud estratégica.

Ollie Bearman y Esteban Ocon han sido un binomio que se ha complementado de forma excelente en Haas.

Si el proyecto técnico avanza, Ocon aportará estabilidad, lectura fina de carrera y desarrollo del monoplaza desde la experiencia. Bearman, que ya ha mostrado una velocidad feroz para su edad, buscará afianzarse, dar pasos al frente y convertirse en la referencia en pista del equipo. Juntos forman una dupla que no solo se complementa: se empuja mutuamente en un equipo que quiere, por fin, empezar a escalar.

Las dificultades: los cambios son parte de un proceso

Nada de esto es mágico. El motor Ferrari podría quedar en desventaja ante otras unidades, las reglas de 2026 exigirán adaptación, y la batalla del medio campo será feroz. Que Toyota aporte know-how no garantiza resultados: la clave estará en la integración, la coherencia y la constancia.

Tampoco está garantizado que Toyota termine comprando el equipo: por ahora es alianza, no absorción. Pero la puerta queda abierta, y dependerá de los frutos en pista y del equilibrio económico. Por eso, el proceso tendrá tres pilares: el rendimiento del nuevo monoplaza, su evolución durante la temporada y la integración estructural.

Haas escribió muchos capítulos difíciles en su historia. Estuvo cerca del podio, pero nunca lo materializó. Hoy, con Toyota en su camino, tiene una nueva hoja en blanco. No basta con poner un logo japonés en el alerón: hace falta convertir recursos en cohesión, visión compartida en resultados, estructura en velocidad. Si eso ocurre, TGR Haas F1 Team podría convertirse en la base sólida de un equipo que, por primera vez, apuesta a escalar fuerte.

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