Las calles del Principado vuelven a abrirse para la Fórmula 1. Pero esta vez, más que un desfile de lujo, yates y glamour, Mónaco se presenta como el campo de batalla crucial donde podría empezar a definirse un nuevo orden. Oscar Piastri, Lando Norris y Max Verstappen llegan separados por poco en la cima del campeonato, y en un circuito donde la clasificación lo es todo, cada milímetro puede valer una victoria, pero cada error puede transformarse en una tragedia.
McLaren lo sabe: tiene hoy el mejor auto de la parrilla y la ventaja de rendir mejor que nadie en curvas de baja. Lo demostró con claridad en Miami. Pero en Mónaco, el desafío no será solo contra Red Bull o Ferrari, sino que se potenciará puertas adentro: Norris y Piastri deberán arriesgarlo todo el sábado. Saben que corren con libertad, pero la lucha interna va tomando color: mientras uno busca recuperar sensaciones en clasificación, el otro amenaza con consolidarse como el número uno. Sin embargo, la amenaza externa comienza a ganar fuerza: ¿Y si Max mete la vuelta mágica del sábado? ¿Quién podrá frenar su embestida?
Verstappen viene de una victoria sólida en Imola, pero sabe que este fin de semana juega de visitante. El RB21 todavía sufre en curvas lentas y tracción trasera, y Mónaco no perdona. Sin embargo, el tricampeón tiene un don: transformar la clasificación en arte. Lo hizo en 2023, lo repitió en Suzuka este año. Sus manos siguen marcando la diferencia. Si mete otra pole antológica, puede arruinarles el finde a los autos naranjas y comenzar a perfilarse como un serio aspirante a revalidar la corona ante el poderío de McLaren.
En la vereda de enfrente, Ferrari se debate entre la ilusión y el miedo. El SF-25 no parece a gusto en este tipo de trazados, pero si hay una carta que puede cambiar el juego es Charles Leclerc. Corre en casa, conoce cada centímetro del circuito y ganó allí el año pasado, cortando una racha de malos resultados tras pole positions memorables. Este año, los sábados fueron el talón de Aquiles de la Scuderia, cayendo en Q2 con ambos autos en Imola y recuperaron con un gran rendimiento en carrera. En esta oportunidad, no habrá domingo sin un sábado acorde.

Por su parte, Mercedes llega a Mónaco con más dudas que certezas, pero también con la esperanza de que el trazado del Principado pueda ocultar algunas de las debilidades del W16. El equipo de Brackley aún no logra encontrar constancia en carrera, pero los circuitos con tracción limitada, como el de Montecarlo, podrían adaptarse mejor a las características del monoplaza. George Russell, quien ha sido el más sólido del equipo hasta ahora, buscará capitalizar su buen ritmo a una vuelta, mientras que Andrea Kimi Antonelli tendrá su primer gran desafío en un circuito tan técnico y exigente. En Mercedes reconocen que, si bien aún no resolvieron del todo sus problemas de temperatura de neumáticos y carga trasera, Mónaco puede ser el escenario ideal para acercarse al podio y recuperar terreno en el campeonato.
El cambio en Mónaco que puede modificar el procesión habitual
Las carreras en Mónaco suelen carecer de emoción. El año pasado, Leclerc planteó un ritmo lento y todos marcharon detrás, ya que el tamaño de los coches y los riesgos existentes obligan a que todos busquen la cautela. Sin embargo, el domingo trae una novedad que podría cambiar el libreto. Por primera vez, habrá doble parada obligatoria. En un circuito donde adelantar es casi una quimera, esta medida busca sacudir el orden establecido y abrir la puerta a estrategias audaces. ¿Podrá algún equipo tomar riesgos que valgan una victoria?
En este juego de tensión, presión y talento extremo, Mónaco se transforma en una ruleta donde cada decisión puede hacer historia. Hay mucho en juego: liderazgos internos, puntos vitales para el campeonato, egos que chocan en curvas de 90 grados y pilotos que saben que, acá, un error cuesta el doble. La clasificación del sábado se presenta como la madre de todas las batallas. Y ahí puede pasar de todo: que Norris se reencuentre con la velocidad a una vuelta, que Piastri confirme su ascenso imparable, que Leclerc se vuelva invencible en casa, o que Max vuelva a demostrar que, cuando hay que clavar la vuelta, no hay nadie como él.
El escenario está montado. El Principado espera. ¿Será el día de Leclerc en casa? ¿El golpe maestro de Max? ¿La consagración definitiva de McLaren? ¿O la resurrección de Mercedes? La Fórmula 1 pisa Montecarlo con más preguntas que certezas. Y eso, precisamente, es lo que la vuelve irresistible.