El finlandés Kalle Rovanperä, actual doble campeón del WRC, está transitando su despedida en los rallies. Los últimos dos eventos de esta temporada—el Rally de Europa Central y el de Japón—no son sólo por el título, sino una despedida calculada: detrás de su cambio hay un plan mayor, ambicioso, dirigido hacia brillar en la Fórmula 1.
A sus 25 años, Rovanperä parece estar dejando el mundo del rally justo cuando muchos pilotos apenas comienzan allí. Pero no es una fuga ni un escape: es un salto con respaldo. Su destino inmediato es la Súper Fórmula japonesa en 2026, un terreno exigente, veloz, técnico, que puede ser el trampolín hacia la Fórmula 2 y luego la F1.
Esta transición no surge de la nada. Toyota, su casa durante todo su paso por el WRC, lo respalda sin condiciones. Su continuidad con la marca está asegurada, aunque en otro formato de competición. Esa alianza con Toyota ha sido clave en muchas decisiones: su camino hacia monoplazas será con el apoyo de quien conoce cada centímetro de su talento.
En Japón ya murmuran que cuando Rovanperä deje los rallies, su paso al circuito no será improvisado. Se habla de que probó un coche de F2 con DAMS y que hará sus primeros tests en monoplazas antes del rookie test que se celebrará entre el 10 y 12 de diciembre. También se comenta que su aterrizaje en la Súper Fórmula será con KCMP, un equipo con experiencia en introducir pilotos extranjeros.
El vínculo entre Toyota y la Fórmula 1 agrega otro matiz a este plan. Desde su asociación con Haas, Toyota ha colocado a pilotos en pruebas libres 1, involucrado talentos japoneses como Ryo Hirakawa y Sho Tsuboi, y mantenido presencia técnica en el Gran Circo. Si Rovanperä rinde en la Súper Fórmula, podría convertirse en la llave para que Toyota ejerza una implicación más directa en la F1.
El mismo Rovanperä no lo ha ocultado. En entrevistas ha dicho que esta decisión lleva tiempo pensada. “Obviamente, sé cuáles serán mis planes en los próximos años. Vamos a la Súper Fórmula, luego a la Fórmula 2, y veremos cómo todo va”, confesó. También reconoció que contar con Toyota le entrega seguridad: sabe que no se lanza al vacío, que hay estructura detrás.
No es el primer piloto que cambia de escenario. En los ’60 era habitual ver ex rallyistas en la F1, pero hoy ese camino está casi cerrado. Solo casos puntuales lo han intentado (Ogier, Loeb en sus momentos), y pocas veces con éxito duradero. Rovanperä asume el riesgo, pero tiene algo que pocos tienen: resultados tempranos, patrocinio de un fabricante potente y una hoja de ruta clara.
Quien lo acompaña en este rumbo es Marc Goossens, su entrenador en monoplazas. Él, con décadas de experiencia, lo observa con optimismo: “Si lo ponés en un coche de Fórmula 1, será rápido”, dice. Pero advierte lo que ya muchos sienten: esa velocidad innata no asegura justicia, ni adaptación, ni resultados inmediatos. El circuito exige otro músculo mental, técnico, estratégico.
La Súper Fórmula propone una competencia brutal: coches que superan a los de Fórmula 2 en rendimiento, trazados exigentes, techos de aerodinámica y alineamientos muy parejos. Si Rovanperä puede destacar allí, no llegará como novato cualquiera: llegará con credenciales. Si no, se verá otra cara dura del automovilismo: la que aparta al que no se adapta.
En esta dualidad de riesgo y ambición, cada curva de los dos rallies finales será observada con lupa. Porque la corrida de Rovanperä no sólo es por una tercera corona en WRC; es por el pasaporte hacia la máxima categoría. Si logra hacerlo, pasará del trazo de grava al piano de la F1. Si no, solo será otro caso de talento detenido en el umbral.
Y aunque el mundo del rally pierde un prodigio, la pista gana un posible protagonista. En el fondo, esto no es un final, sino un ambicioso gran reinicio. Rovanperä no se marcha: se reinventa.
