Verstappen deberá cruzar el Rubicón: por qué Singapur puede reabrir la pelea por el título

Por: Nicolas Gabetta

Max Verstappen llega a Singapur con la misión de quebrar una racha adversa en un circuito que nunca le resultó sencillo. Tras dos victorias consecutivas y un segundo puesto en Holanda, el tricampeón del mundo busca transformar Marina Bay en el escenario que lo acerque a los McLaren de Piastri y Norris, y que reabra de manera definitiva la batalla por el título 2025.

La última carrera en el trazado urbano de Bakú fue, en términos deportivos, una inyección de adrenalina para la temporada: Max Verstappen volvió a ganar y lo hizo con autoridad, capitalizando la salida en falso de Oscar Piastri —que se estrelló en la primera vuelta— y una actuación discreta de Lando Norris, que nunca encontró ritmo. El neerlandés, con un Red Bull que parece haber recuperado algo de su mejor forma, encadenó su segunda victoria consecutiva y mete presión sobre los hombres de McLaren cuando el campeonato entra en su tramo final.

Las cifras hablan por sí solas: después de Bakú, Piastri lidera con 324 puntos, Norris suma 299 y Verstappen se acerca con 255; la diferencia entre líder y el de Red Bull es de 69 puntos con siete pruebas por delante. Matemáticamente la lucha está abierta —con siete carreras restantes, un piloto puede todavía sumar (en el escenario clásico) hasta 25 puntos por triunfo más el punto de la vuelta rápida en carrera, lo que da un techo (sin contar sprints) de 182 puntos en juego— así que la remontada es posible. Si además hay fines de semana con sprint, el total de puntos disponible sube, por eso equipos y periodistas citan cifras mayores (en algunos resúmenes se habla de casi 199 puntos aún en disputa).

El triunfo de Verstappen en Bakú puede abrir la pelea por el título.

¿Por qué la remontada de Verstappen puede ser más temible que un simple repunte de rendimiento mecánico? Porque su arma no es solo la velocidad del coche: es la combinación de temple, lectura de carrera y capacidad para aprovechar errores ajenos. En Bakú lo vimos otra vez: pole, control total de la carrera y gestión impecable de las esperas y los reinicios. Ese repertorio psicológico —concentración, capacidad para presionar en los momentos claves y convertir oportunidades en resultados— es lo que puede erosionar la ventaja de McLaren incluso cuando la “fotografía” técnica del auto los favoreció buena parte de la temporada.

McLaren llega con dos líderes de facto: Piastri y Norris. Esa ventaja numérica y técnica en la primera parte del año (donde Woking mostró un paquete muy afinado) los puso en posición de dictar el ritmo. Pero esa misma convivencia puede ser un arma de doble filo: la gestión de prioridades internas, los errores de uno que dañan la campaña del otro (como el choque temprano de Piastri en Bakú), y la tensión por puntos clave pueden causar grietas que un verificador implacable como Verstappen sabe explotar. En pocas palabras: si Red Bull encuentra la consistencia de carrera y Verstappen mantiene su racha de aprovechamiento de oportunidades, la diferencia técnica deja de ser un muro infranqueable y pasa a ser un campo de juego donde el factor humano cuenta tanto como el coche.

Mirando la historia reciente en circuitos que quedan por delante, la narrativa de Verstappen como “factura de late-season” tiene precedentes. En Singapur las ediciones han sido variables: en 2024 Lando Norris dominó y relegó a Verstappen al segundo puesto; en 2023 el ganador fue Carlos Sainz y en 2022 Sergio Pérez se impuso en una carrera locamente gestionada por la lluvia y las interrupciones —no es un escenario donde Red Bull ha sido siempre determinante, pero Verstappen tuvo buenos y malos golpes allí.

En Estados Unidos y México la historia reciente muestra caretas distintas: en 2024 Verstappen tuvo actuaciones mixtas (presente en los podios y con algún percance en México donde fue penalizado), mientras que en San Pablo 2024 protagonizó una remontada épica desde atrás para ganar en condiciones cambiantes. En Las Vegas 2024, Verstappen se aseguró un título con una gestión inteligente de la carrera incluso sin ganar; en Qatar y Abu Dhabi 2024 tuvo victorias de peso que pusieron la rúbrica a su capacidad para rematar campeonatos en el tramo final. Todo esto demuestra que cuando el neerlandés y su equipo ajustan, es capaz de convertir las últimas carreras en una caza implacable por puntos.

La próxima carrera puede marcar un quiebre en la pelea por el título.

Entonces: ¿puede coronarse este año con siete carreras por delante? La respuesta técnica es sí —la aritmética lo permite—; la respuesta práctica depende de una triple conjunción: que Red Bull mantenga la mejora y la fiabilidad, que Verstappen mantenga su forma y, crucialmente, que McLaren comience a dejar puntos en el camino (por errores, mala estrategia, la lucha interna o simple mala suerte). Bakú ha servido para recordar que una temporada puede cambiar en pocas vueltas; que una caída temprana de Piastri y un Norris errático dejan a McLaren más vulnerable ante un piloto que sabe exprimir cada grieta.

En suma: la diferencia técnica con la que McLaren dominó la primera mitad ya no garantiza la corona. Verstappen ha demostrado que tiene las herramientas—velocidad, fortaleza mental, capacidad estratégica y, sobre todo, el talento al volante—para transformar una racha de buen rendimiento en una embestida definitiva. Con Singapur a la vista, lo que se plantea no es sólo si Verstappen puede ganar una carrera, sino si puede encender una secuencia de resultados que obliguen a McLaren a defender en vez de atacar. Si lo consigue, el quinto (o cuarto, según conteos de títulos) de Verstappen no sería una casualidad tardía, sino la culminación de un piloto que parece diseñado para las situaciones límite.

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